miércoles, 6 de junio de 2012
Sobre las ponencias
Las ponencias se deben entregar con las siguientes características:
-Tener relación con alguno de los ejes, mesas o subtemas propuestos.
-Presentar resumen (máximo 300 palabras)
-Desarrollo de la ponencia: entre 13 y 20 páginas en formato Arial 12 y espacio interlineado de 1,5.
-Formato de inscripción diligenciado:
Título de la ponencia
Autor (es)
Universidad
Correo Electrónico
Teléfono/Celular
Eje temático
Mesa de trabajo
Subtema
Enviar al correo electrónico del CONES 2012: ixcones2012udea@hotmail.com
FECHAS IMPORTANTES
-Publicación convocatoria: 7 de Junio
-Fecha límite de recepción de ponencias: 15 de Septiembre
-Publicación Lista ponencias seleccionadas: 15 de Octubre
-Fecha del congreso: 6, 7, 8 y 9 de Noviembre.
-Publicación Lista ponencias seleccionadas: 15 de Octubre
-Fecha del congreso: 6, 7, 8 y 9 de Noviembre.
Tema, Ejes, Mesas y Subtemas
TEMA
Toda sociedad se encuentra atravesada por múltiples tensiones y
antagonismos que pueden o no manifestarse de manera violenta y armada,
entre diferentes actores sociales y sus intereses. El conflicto social
tiene su origen en la disputa por recursos escasos, poder, estatus e
incluso por determinados esquemas de pensamiento, con lo cual el
conflicto deviene ideológico. Esta disputa puede darse bajo un marco
común de valores o bajo sistemas normativos mutuamente excluyentes, lo
cual aporta un matiz sociocultural muy importante que hay que tener
presente en el análisis del conflicto. El conflicto es, pues, inherente a
la sociedad.
En el caso particular de nuestro país resulta evidente la existencia de
una serie de problemas de orden social cuya solución no se vislumbra a
corto plazo, y que están en estrecha relación con el surgimiento y
desarrollo de los más heterogéneos procesos conflictivos. Algunos de
ellos son:
• La inequitativa distribución de la tierra, que no ha podido ser
superada por los pretendidos intentos de reforma agraria realizados en
el país, lo que ha conducido a la concentración de amplias extensiones
de tierra por parte de una “clase” o sector social minoritario. Esta
forma injusta de distribución de la tierra tiene profundas consecuencias
tanto sociales, económicas y políticas, cuya permanencia y exacerbación
dan cuenta de la escasez e ineficacia de las políticas públicas con
proyección social en el país.
• Las condiciones de vida de numerosos grupos étnicos, que con
frecuencia se ven librados a la desigual confrontación con empresas
privadas nacionales y transnacionales, así como al fuego cruzado entre
los actores del conflicto armado. Tanto en uno como en otro caso, la
dimensión territorial de los conflictos aflora, enfrentando esquemas de
valores muy diferentes: por un lado, una ligazón cultural con la tierra
y, por el otro, o bien un vínculo meramente utilitario que se rige
solamente por el interés económico y la apropiación individualizada, o
bien una pretensión no menos utilitaria de dominio y control armado del
territorio. Todo esto ha de considerarse, no obstante, tomando las
debidas precauciones para no caer en una idealización romántica de lo
que se percibe como el lado “débil” del conflicto.
• El conflicto armado, que ya se ha hecho crónico en nuestro país, y que
arrastra tras de sí una enmarañada historia de violaciones a los
derechos humanos y negociaciones fallidas.
• El desempleo, la pobreza y la violencia urbana, problemas que aquejan
cada vez con mayor intensidad a las grandes ciudades del país.
• La escasa libertad política, que a veces se nos presenta bajo el
disfraz seductor de la democracia. Este no es un problema que pueda
solucionarse solamente a través de disposiciones legales e
institucionales, sino que implica también una dimensión cultural y
política cuyas raíces deban buscarse acaso en la lejanía de nuestra
propia historia social.
Dichos problemas tienen lugar en el marco de un conflicto interno que
pone en juego estructuras de desigualdad social, objetivos colectivos
contrapuestos y demandas que pugnan por el cambio social y la
reestructuración de determinados órdenes establecidos.
Es en este panorama donde surgen múltiples manifestaciones de
resistencia, entendidas como estrategias que desarrollan diferentes
actores en situación de vulnerabilidad o de sometimiento para la
consecución de sus fines. Dichas manifestaciones ponen en evidencia que
las estructuras de poder que se entretejen en medio del conflicto y sus
dinámicas sociales no se imponen de manera absoluta sobre los sujetos.
De tal manera el poder, lejos de constituir una negación de la
resistencia, es su origen mismo, su ambiente y condición necesaria. Esto
no quiere decir, sin embargo, que en todo lugar donde haya poder tenga
que expresarse necesariamente una resistencia, pero puede afirmarse que
ella se encuentra siempre allí como posibilidad, como “subjetividad
excedente” que el poder no termina de “objetivar”.
Con la resistencia el sujeto rompe la aparente fatalidad que lo
obligaría a sucumbir pasivamente a las estrategias y condiciones del
poder y asume su capacidad para liderar cambios, construir sujetos
colectivos, desnaturalizar vínculos opresivos, transformar experiencias
de dominación y desigualdad social y recuperar o construir formas de
organización propias.
En el contexto colombiano encontramos, por ejemplo, diversos procesos
sociales y organizativos que giran en torno al conflicto y sus
consecuencias, procesos que han ido tomando forma a lo largo de las
últimas décadas y cuyas cristalizaciones actuales podemos ver en
diferentes movimientos sociales y acciones colectivas, que dan cuenta,
entre otras cosas, de una labor activa de control político efectuado
desde distintos sectores de la sociedad. Es el caso del movimiento
estudiantil, que a través de los años ha levantado su voz para exigir el
derecho a una educación digna para toda la población, de las continuas y
fuertes luchas llevadas a cabo por el movimiento indígena en defensa de
su identidad, cultura y territorio o de las luchas campesinas que han
hecho de su lema un objetivo legítimo: la tierra para quien la trabaja.
Tales reivindicaciones, como muchas otras que se podrían nombrar, se
constituyen a partir de dos dimensiones estrechamente relacionadas:
identidad y memoria.
La identidad, que aquí leemos en clave de las referencias comunes que
pueden existir entre dos o más individuos, ha permitido que en muchas
ocasiones sujetos de las más diversas raíces sociales se congreguen y
decidan activar en conjunto una serie de estrategias para defender u
obtener los derechos que les permitan disfrutar de una vida digna
ejerciendo su autonomía. Sin embargo, esta coincidencia, esta comunión
de intereses, no es espontánea o contingente, pues la capacidad de los
sujetos para organizarse se encuentra determinada por los hechos
singulares y concretos, propios y compartidos, que los han constituido.
Por eso, el presente como momento histórico, como actualización
constante del pasado que lo posibilita, requiere de la memoria para
potenciarse. De ahí que no haya identidad sin memoria.
Pero todas estas luchas se dan, además, en un territorio que emerge, más
que como el espacio físico en donde perviven o conviven los sujetos,
como la materialización de las relaciones dialécticas entre estos y el
espacio. Así, el territorio es tanto campo de interacción entre los
sujetos como espacio de reconfiguración de los mismos, en otras
palabras, una estructura estructurante.
Es así como en el ámbito de las ciencias sociales, el territorio,
inicialmente concebido como un problema que concernía casi
exclusivamente al Estado, empieza, a partir de las reivindicaciones de
los grupos urbanos, étnicos y campesinos, a ser tratado como algo que
involucra también lógicas subjetivas y culturales de construcción,
resignificación y apropiación del espacio por parte de los grupos que lo
habitan. Aparece así el territorio como espacio político, en tanto los
procesos que en él se desenvuelven se encuentran atravesados por
relaciones de poder asimétricas que pueden propiciar climas de
hostilidad y confrontación entre las diferentes fuerzas presentes en la
sociedad. Esto explica, por lo demás, que el control del espacio, su
territorialización, sea arduamente disputado por todo tipo de actores,
tanto públicos, privados, locales, nacionales, como transnacionales,
bajo pretensiones de legalidad o mediante la fuerza bruta de las armas.
Así pues, y en consonancia con los elementos anteriormente reseñados,
consideramos pertinente abordar el tema de conflictos y resistencias a
partir de tres categorías fundamentales: territorio, identidad y acción
colectiva, según la siguiente división temática por ejes, mesas de
trabajo y subtemas:
1. TERRITORIO, TERRITORIALIZACIÓN, PODER y ECONOMÍA
Mesas de trabajo:
A. Conflicto armado y violencia
• Territorialidad y conflicto armado
• Desplazamiento forzado y desposesión
• Situación actual del conflicto
B. Formas de apropiación, distribución y organización social del
territorio
• Ordenamiento territorial, políticas públicas, democracia y ciudadanía
• Globalización, modelos de desarrollo y desigualdad social
• Recursos naturales, medio ambiente y formas de acumulación
• Estructura agraria en Colombia, reformas y contrarreformas
• Espacialidades rural y urbana
C. Identidad y territorio
• Conflicto, cultura y territorio
• Estado, territorio y nación
2. IDENTIDAD Y DINÁMICAS SOCIOCULTURALES
Mesas de trabajo:
A. Historia y memoria
B. Identidades: sexual, étnica, de género, de clase, entre otras.
C. Conflicto e interculturalidad
3. ACCIÓN COLECTIVA Y RESISTENCIA
Mesas de trabajo:
A. Movimientos sociales y procesos de organización colectiva para la
resistencia
• Movilización social y acción colectiva frente a la globalización, la
pobreza y la exclusión social
B. Procesos de resistencia y medios de comunicación
• Redes sociales y movilización
• Medios comunitarios y alternativos
C. Resistencia no organizada
• Resistencia en la cotidianidad
• Resistencia a través del arte
D. El Estado y la resistencia social
• Resistencia armada, Estado y negociación del conflicto
• Estado, contrapoderes y resistencia
4. OTRAS PROPUESTAS
Si bien el conflicto social y la resistencia representan los temas
centrales del congreso, consideramos importante abrir un espacio para
reflexionar sobre otras temáticas, perspectivas metodológicas y
teóricas, que permitan entre otras cosas dimensionar algunas tendencias
de la investigación social en el país.
Presentación
CONVOCATORIA
IX CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES DE SOCIOLOGÍA
MEDELLÍN DEL 6 AL 9 NOVIEMBRE DE 2012
El Congreso Nacional de Estudiantes de Sociología se ha ido consolidando
como un espacio idóneo para el fortalecimiento de nuestra disciplina y
comunidad académica. Es allí donde anualmente nos congregamos
estudiantes, profesores y colegas de las ciencias sociales y humanas
para reflexionar sobre problemas propios de la realidad colombiana,
latinoamericana y del mundo, confrontando diversas perspectivas teóricas
y metodológicas.
Poner en común el trabajo que se adelanta en los diferentes
departamentos y comunidades académicas de sociología del país,
intercambiar experiencias, evaluar la producción intelectual de los
estudiantes, estimular el debate crítico y la construcción de
conocimiento, representan prácticas fundamentales que permiten dicho
fortalecimiento y presentamos, en ese sentido, como objetivos centrales
de este congreso. Celebramos, por lo demás, la continuidad con que se ha
realizado este evento desde el año 2004, pues denota un especial
compromiso con el desarrollo de la sociología a nivel nacional.
Este año la Universidad de Antioquia será la sede del IX Congreso
Nacional de Estudiantes de Sociología. Esperando que de allí resulten
contribuciones significativas al conocimiento y a la sociedad,
proponemos el tema de “CONFLICTO Y RESISTENCIA: LA VOZ DE LOS ACTORES”.
En principio, dos razones han motivado el interés por este tema; por un
lado, la necesidad de dar cuenta de las dinámicas y problemas propios de
la sociedad colombiana, a partir de un reconocimiento de la realidad
que nos acaece en tanto sujetos sociales, involucrándonos, desde la
investigación, en la cotidianidad social y política de nuestro entorno.
Los congresos que anteceden a este han tendido a presentar dos tipos de
reflexiones: unos se han concentrado en evaluar el estado de la
sociología en Colombia, tal como el III Congreso en Valledupar (año
2006) con el tema de "Sociedad y Sociología: Balances y perspectivas
nacionales y globales" o el IV Congreso en Medellín (año 2007) con
“Nuevas configuraciones de la Sociología en Colombia”. Mientras que
otros congresos se han ocupado de temáticas más específicas: “Políticas
públicas y regionalización” (VI CONES, Barranquilla, 2009), “La
sociología ambiental en Colombia” (VII CONES, Buenaventura, 2010),
“Ciudad-Región: Desafíos a partir del pensamiento crítico
latinoamericano” (VIII CONES, Bogotá, 2011). Estos últimos retoman en
mayor medida ese interés por comprender desde nuestra disciplina
“fenómenos sociales propios”.
En el IX Congreso Nacional de Estudiantes de Sociología se pretende
continuar con el enfoque del contexto colombiano, abriendo paso a
discusiones sobre temas como conflicto armado, uno de los más complejos y
representativos en nuestro país, distribución inequitativa de la
tierra, vulneración permanente de los derechos humanos étnicos,
territoriales, de género, laborales etc., movimientos sociales y
acciones colectivas (a propósito de la reciente convocatoria de la
Marcha Patriótica, del Congreso de los Pueblos, de las movilizaciones
estudiantiles alrededor del proyecto de ley N° 112, entre otros), por
mencionar algunos. Se trata pues de construir un panorama sobre algunos
de los principales problemas y procesos sociales en Colombia, teniendo
en cuenta las especificidades que cada región presenta.
Por otro lado, consideramos importante que el conocimiento se vea
nutrido por la perspectiva de los sujetos que protagonizan las
realidades estudiadas. Estos, a través de sus experiencias y formas de
representar y asignar diversos sentidos al mundo, enriquecen la
comprensión de los fenómenos. Se trata además de abordar las diversas
estrategias que los sujetos emplean para enfrentar situaciones de
conflicto y vulnerabilidad.
Parte de la necesaria relación entre Universidad y Sociedad consiste en
este intercambio de saberes. De allí que pretendamos, a través del
congreso, abrir un espacio para el diálogo con líderes comunitarios,
movimientos sociales, organizaciones, víctimas, instituciones y actores
sociales en general.
De esta manera y con grandes expectativas abrimos la convocatoria
nacional del IX CONES 2012, invitando a colegas, actores sociales y
demás interesados a participar activamente. ¡Los esperamos!